Inicia el rito, ese proceso interno con su imagen en el espejo, encontrar una piel apiñonada deseante cada noche., lo llena de alegría, ante el espejo es quien siempre deseo ser. En ese momento se le olvidan las dolorosas cirugías a la cuales debió someterse durante tantos años.
Ante el escenario de plumas, lentejuelas, tacones., aromas, forma un mundo geocentrico, en comunión con su cuerpo, ese cuerpo que le gritaba, que le exigía un mundo rosa, no el azul que le asignaron de pequeño. Las emociones contaban una historia distinta en su vida, creando para si este mundo, su mundo.
Después del baño caliente aromático fue ante el espejo, con lentitud empezó las caricias a la piel tersa que había quedado tras la depilación, sus manos surcaban curvas, texturas, formas, los turgentes senos lo convertían en una reina de la noche, despacio los acaricio con su mano izquierda, después la derecha, en círculos deslizaba poco a poco hasta lograr que una extraña urgencia erizara los pezones, estos requerían un trato especial , así que tomo abundante crema en ambas palmas, acaricio despacio, despacio, roces palpitantes que exigían fuerza, destreza, la piel que pide y no sabe de reservas, así que en un instante aprisionaba contra el pecho, sus manos, al nublarse la vista, quedo implosionado y una densa sabia lo despertó, una sonrisa leve encontró al abrir los ojos descubrir la marca de sus dientes en el labio inferior con una gota de sangre.
Las medias negras se extendían por sus piernas largas y torneadas, desde la punta de sus dedos iniciaba el camino hasta sus muslos, el punto justo para sujetar con el liguero.
Su laberinto siempre lo conduce al mismo espacio, la herida formada por un bisturí, como el hacha del destino, sin miembro, sin gónadas, una reconstrucción perfecta.
Esta noche tan especial, después de un mes, estaba preparada para el primer encuentro con su hombre, no tenia duda de su cuerpo, lo envidiaban hasta las mujeres más atractivas, inquieta buscó la confirmación, uno de sus dedos se incrusto en el espacio abierto como una yaga, el montículo recién formado estaba ahí, todo era perfecto, ella era perfecta, -la cirugía hace maravillas- pensó.
El vestido negro que se tatuaba al cuerpo delineaba su deliciosa figura, buscó su perfil, y con una de sus manos continuó delineando su trasero. Las zapatillas de tacón para encumbrar a su majestad, acomodo nuevamente el cabello largo, y paso al sello de la femineidad que va de cacería: el lápiz labial rojo cobrizo en unos labios que buscarían el sabor de la saliva.
Subió al taxi, mencionó las calles del restaurante, ráfagas de conciencia la acompañan en el viaje: jamás pidió una vida bifurcante, ni competencia con sus instintos femeninos y masculinos, se sabia mujer, el proceso desde pequeño fue lento, una infancia feliz, una adolescencia con manifestaciones claras en preferencias sexuales que adormiladamente permanecían en él, hasta los veinte años.
Un recuerdo provocó un suspiro, el suspiro un deseo y el deseo un nombre, que despacio musitò -Bruno- su maestro de literatura con el que compartió libros, cama, orgasmos, la búsqueda de su ser, una coherencia de vida con lo que sentía y era.
La tristeza que acompañaba la remembranza, se quemó en dos lágrimas que de inmediato limpio, el examen de VIH que se realizó después de la muerte de Bruno lo llevo a compartir con el médico que lo atendió su deseo de convertirse en mujer.
Le habló de psicólogos, cirujanos y especialistas en el cambio de sexo, pero el destino se iniciaba con hormonas que restrictivamente debía tomar, ese frasco la acompañaba a todas partes, como un amuleto.
Dinero, esfuerzo, tiempo, dolor fue el precio de la transformación total, murió todo aquello que lo hacia masculino, se cambio de ciudad, de identidad; fue así que nació Estrella.
Durante mucho tiempo nadie pudo reocupar el lugar de Bruno. Inmersa en su proceso se olvido del amor a otro; primero debía recuperar el amor para si misma.
Una noche en un bar conoció a Miguel, un pintor que se dejo arrasar por la mirada azul de ella. Entre charla, risas y coqueteo accedió a ser plasmada en papel en un dibujo a lápiz, con la timidez que lleva a la paciencia Miguel delineo su cara, cuello, pecho, pero llegó el hambre de verla desnuda.
Estrella tembló ante la petición, su nuevo cuerpo no se mostrado a extraños aún, sólo el espejo cómplice de sus manos conocía la historia. Se sabia mujer se sentía mujer, los temores como buitres volaban dentro de su cabeza.
¿Debía contarle todo? Lo amaba, no quería mentirle, pero tampoco quería perderlo.
No decir la verdad implicaba estar inmersa en un mundo de medias verdades, medias mentiras, sombras de culpa, explicaciones dolorosas.
El momento preciso para hablar nunca llegaba. Hoy es el día, para perder o ganar.
El taxista volteo a verle para ahuyentarle su dialogo interno. Estrella bajo del auto, entro al restaurante, lo buscó con la mirada y camino hacia él.
Miguel se levantó de la mesa para ayudarla a tomar asiento, beso su mano, acaricio su barbilla, le dijo lo hermosa que era, la mujer de su vida, deseaba casarse con ella, tener hijos, morir juntos.
Estrella bajo la cabeza, unas gotas de sal se diluyeron en el vino. Las palabras tropezaron con su angustia, pero salieron al fin: Soy Transexual.
Minutos más tarde, sola, Estrella bebía su vino con sal.
Ante el escenario de plumas, lentejuelas, tacones., aromas, forma un mundo geocentrico, en comunión con su cuerpo, ese cuerpo que le gritaba, que le exigía un mundo rosa, no el azul que le asignaron de pequeño. Las emociones contaban una historia distinta en su vida, creando para si este mundo, su mundo.
Después del baño caliente aromático fue ante el espejo, con lentitud empezó las caricias a la piel tersa que había quedado tras la depilación, sus manos surcaban curvas, texturas, formas, los turgentes senos lo convertían en una reina de la noche, despacio los acaricio con su mano izquierda, después la derecha, en círculos deslizaba poco a poco hasta lograr que una extraña urgencia erizara los pezones, estos requerían un trato especial , así que tomo abundante crema en ambas palmas, acaricio despacio, despacio, roces palpitantes que exigían fuerza, destreza, la piel que pide y no sabe de reservas, así que en un instante aprisionaba contra el pecho, sus manos, al nublarse la vista, quedo implosionado y una densa sabia lo despertó, una sonrisa leve encontró al abrir los ojos descubrir la marca de sus dientes en el labio inferior con una gota de sangre.
Las medias negras se extendían por sus piernas largas y torneadas, desde la punta de sus dedos iniciaba el camino hasta sus muslos, el punto justo para sujetar con el liguero.
Su laberinto siempre lo conduce al mismo espacio, la herida formada por un bisturí, como el hacha del destino, sin miembro, sin gónadas, una reconstrucción perfecta.
Esta noche tan especial, después de un mes, estaba preparada para el primer encuentro con su hombre, no tenia duda de su cuerpo, lo envidiaban hasta las mujeres más atractivas, inquieta buscó la confirmación, uno de sus dedos se incrusto en el espacio abierto como una yaga, el montículo recién formado estaba ahí, todo era perfecto, ella era perfecta, -la cirugía hace maravillas- pensó.
El vestido negro que se tatuaba al cuerpo delineaba su deliciosa figura, buscó su perfil, y con una de sus manos continuó delineando su trasero. Las zapatillas de tacón para encumbrar a su majestad, acomodo nuevamente el cabello largo, y paso al sello de la femineidad que va de cacería: el lápiz labial rojo cobrizo en unos labios que buscarían el sabor de la saliva.
Subió al taxi, mencionó las calles del restaurante, ráfagas de conciencia la acompañan en el viaje: jamás pidió una vida bifurcante, ni competencia con sus instintos femeninos y masculinos, se sabia mujer, el proceso desde pequeño fue lento, una infancia feliz, una adolescencia con manifestaciones claras en preferencias sexuales que adormiladamente permanecían en él, hasta los veinte años.
Un recuerdo provocó un suspiro, el suspiro un deseo y el deseo un nombre, que despacio musitò -Bruno- su maestro de literatura con el que compartió libros, cama, orgasmos, la búsqueda de su ser, una coherencia de vida con lo que sentía y era.
La tristeza que acompañaba la remembranza, se quemó en dos lágrimas que de inmediato limpio, el examen de VIH que se realizó después de la muerte de Bruno lo llevo a compartir con el médico que lo atendió su deseo de convertirse en mujer.
Le habló de psicólogos, cirujanos y especialistas en el cambio de sexo, pero el destino se iniciaba con hormonas que restrictivamente debía tomar, ese frasco la acompañaba a todas partes, como un amuleto.
Dinero, esfuerzo, tiempo, dolor fue el precio de la transformación total, murió todo aquello que lo hacia masculino, se cambio de ciudad, de identidad; fue así que nació Estrella.
Durante mucho tiempo nadie pudo reocupar el lugar de Bruno. Inmersa en su proceso se olvido del amor a otro; primero debía recuperar el amor para si misma.
Una noche en un bar conoció a Miguel, un pintor que se dejo arrasar por la mirada azul de ella. Entre charla, risas y coqueteo accedió a ser plasmada en papel en un dibujo a lápiz, con la timidez que lleva a la paciencia Miguel delineo su cara, cuello, pecho, pero llegó el hambre de verla desnuda.
Estrella tembló ante la petición, su nuevo cuerpo no se mostrado a extraños aún, sólo el espejo cómplice de sus manos conocía la historia. Se sabia mujer se sentía mujer, los temores como buitres volaban dentro de su cabeza.
¿Debía contarle todo? Lo amaba, no quería mentirle, pero tampoco quería perderlo.
No decir la verdad implicaba estar inmersa en un mundo de medias verdades, medias mentiras, sombras de culpa, explicaciones dolorosas.
El momento preciso para hablar nunca llegaba. Hoy es el día, para perder o ganar.
El taxista volteo a verle para ahuyentarle su dialogo interno. Estrella bajo del auto, entro al restaurante, lo buscó con la mirada y camino hacia él.
Miguel se levantó de la mesa para ayudarla a tomar asiento, beso su mano, acaricio su barbilla, le dijo lo hermosa que era, la mujer de su vida, deseaba casarse con ella, tener hijos, morir juntos.
Estrella bajo la cabeza, unas gotas de sal se diluyeron en el vino. Las palabras tropezaron con su angustia, pero salieron al fin: Soy Transexual.
Minutos más tarde, sola, Estrella bebía su vino con sal.
7 comentarios:
El primer comentario es el mío un poco para compartir con ustedes la experiencia.
Me sentí incomoda con las palabras, como una camisa de fuerza, hice tres cuentos y al final quedo este.
Las palabras son extrañas, me detuve primero en las definiciones, después en la congruencia, y por último en mi narración, que no la dejaban fluir.
No creo haber superado la prueba, pero bueno, ustedes dirán…
pd. No encontre la etiqueta de cuento.
Gracias
Mira que es dificil acomodar de forma correcta palabras que te lleven a la hilación de un tema, como dices, te sientes obligado a ajustarlo a dichas palabras, por eso mis respetos para quien lo pudo hacer en un texto corto y conciso, pero aún siendo un texto largo creaste una historia como las que acostumbras, te va envolviendo y remata durisimo.
Muy buen texto, además de que las palabras están bien utilizadas, la trama es muy buena e interesante...
muy buen texto...
Felicidades...
HomeroMx
Hola, 4L.
Las etiquetas las pones tu misma, en el espacio para ello debajo del texto.
Otra, siento que tu comentario de justificación sobra. Y te lo digo como escritor. Hay que dejar que el texto hable por sí solo.
Y pasando el texto, me gustó. Es crudo y violento. Pero me gustó. Definitivamente hay un sentir de dificultad en ti para construir esta narrativa. Y mira, no fue el azar lo que me llevó a buscar estas palabras. El reto debía ser fuerte para sacar lo mejor de cada quien.
Como recomendación, creo que el final está apresurado. La narración lleva un ritmo pausado y al final se corta muy de tajo.
Sin embargo, el desarrollo es muy claro. ¡Ánimo! El texto es bueno, no hay que dudar mucho. Recuerda que lo primordial aquí es divertirnos con las letras.
Beso.
Cuatro letras, te digo en nueve mi primera impresión: ¡Puta madre!
llega el momento en el que una se olvida que las diez palabras existen y están allí cumpliendo normas y criterios. Lo que una encuentra es un cuento hermoso, basado en las verdades sencillas y catastróficas que suceden todos los condenados días.
Me gustó todito. No creo que ninguna palabra falte ni que sobre ninguna. Tal cual es hermoso, mágico.
Gracias por regalarnoslo a todos.
Yo creo como Marvin que no es necesario justificar nuestros textos, pero creo que lo tuyo fue más bien compartir la experiencia como tú misma lo dices y creo que eso, además de válido, es también muy enriquecedor.
Besos y gracias de nuez...
Estimada 4L, tu texto fue muy intenso, descriptivo pero hermoso, sin embargo la última línea del final rompe con todo el ritmo. Esa sal en la copa no cuadra con toda la intensidad que vienes manejando.
Pero definitivamente yo creo que si superaste la prueba en muchos sentidos.
Palomilla conmosionada.
Hoooooooooooooola!!!
Pues me gusto la descripción muy a tu estilo, quizás debes tener cuidado con las comas (como yo, jajajaja) pero bien.
Que feo que sea una historia triste, pero lo de feo es un adjetivo no por la historia que esta bien contada sino porque a mi no me gustan las historias tristes.
Mi profesor me diria porque le das ese final a tu personaje?
de castigarlo, al menos asi me dice cuando no le va tan bien
Sufre por Bruno, por el inmenso trabajo de transformación fisica de su sexo, por la intolerancia, por un examen de sida y Miguel la rechaza
Porque sufre tanto tu personaje?
Pero bueno, me gusto
Las palabras...
mmmmmmmmmmmmmmmmm
pues si era complejo pero no quedo mal, quizás mas bien fue tu sentir pero lo hiciste bien 4l
felicidades
besos
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