Lluvia

Fuente de imagen: Andrei Ornelas

Quiso volver sobre sus pasos, recordar el camino que había trazado. La lluvia comenzó a mojarle la cara. Corrió para cubrirse en el vano de una puerta, pero el agua se colaba por todos lados, chocando con su ropa, haciendo que sus zapatos se fueran inundando.

Tomó una bocanada de aire húmedo y decidió que ya no podía permanecer ahí parada, toda su vida había hecho lo mismo, ser un espectador pasivo, sentado en las butacas frente al escenario.

Ahora intentaría subir al escenario, llenar de gritos y lamentos el pequeño rincón del mundo que la había parido.

El agua no sólo le inundaba los zapatos, ahora subía por sus piernas hasta alcanzar la orilla de su falda, luego su cintura, su pecho, la cabeza...

El golpe seco de la puerta rompió el silencio, el casero furioso recorrió el departamento, entro al baño y jaló la cortina.

Ella flotaba, completamente vestida, con el rostro sonriente y el agua desbordándose por el piso.

Tu y lo que fui.

Caí de bruces sobre ti,
tratando de no ahogarme en tu olor,
de saborearte hasta saciarme.

Aprendí de las noches,
con la piel cubierta de tus besos,
y tu nombre grabado.

Decidí quedarme ahí,
el tiempo suficiente para amarte,
aunque nunca fue suficiente.

Abandoné la loca idea,
la quimera absurda de esperarte,
no había nada, tan sólo el delirio.