El lago del olvido

El Pequeño bosque de abetos bordeaba un largo trecho del lago, el clima había cedido y breves brotes de pasto levantaban sus prematuros verdores. El sonido del agua susurraba melodías seductoras.

Desde la ventana de la cabaña próxima un rostro de mirada triste se asomaba tratando de romper el horizonte. Sin siquiera percatarse del cielo despejado y el sol que la besaba con sus cálidos rayos.

En un arrebato de ira se colocó la mochila al hombro y salió tratando de contenerse. Cruzó rápidamente entre los altos troncos y fue a sentarse al borde del lago, en el lugar exacto donde se deciden las cosas importantes.

Como autómata colocó la mochila en el suelo y comenzó a desabrocharse los botones de la blusa mientras las lágrimas incontenibles se mezclaban con las gotas de sudor. Desanudó sus botas, quitó su sostén, sus pantalones de mezclilla, sus pantaletas y colocó todo en el suelo, perfectamente doblado.

Así desnuda frente al lago, comenzó a ver sus manos, se acercó al agua para ver el reflejo. No era bella, su cabello castaño y largo enmarcaba un rostro ovalado, unos ojos castaños denotaban una tristeza casi imperceptible, trató de sonreír pero solo logró dibujar una mueca.

Se acercó un poco más, hasta tomar conciencia de que las piedras filosas calaban en sus pies, pero siguió adelante mientras el nivel del agua comenzaba a lamerle los tobillos, luego las pantorrillas, los muslos, la cintura. Su piel apiñonada se erizó por el frío contacto del líquido que la asía fuertemente.

Siguió avanzando hasta que le fue imposible mantener los pies sobre el suelo pedregoso. Comenzó a dar algunas brazadas torpes, sus lágrimas se habían disuelto en el agua y su cuerpo dejó de sentir el calor. No podía darse el lujo de pensar ni un minuto más, solo quería dejarse llevar hasta donde fuera posible. En un último intento conciente comenzó a flotar boca arriba.

Su cuerpo siguió el vaivén que el oleaje le marcaba, así dejó de sentir su cuerpo, dejó de pensar, dejó ser quien era…

Ejercicio 4

Ejercicio 4

Hacer una descripción apartir de esta imágen.

Sin minímo de caracteres, máximo 2000 sin contar los benditos espacios

Narrativa. En prosa.

Fecha límite: Marzo 29

Bien librado

Queridos amigos.

Pues al parecer salió también muy bien librado el ejercicio tres. Creo que esto está funcionando a las mil maravillas.

Yo tengo que disculparme por desaparecerme tanto, sigo sin reponer mi compu y eso me tiene de damnificada, albergada en cibers. Ni modo.

Igual ya es momento de invitar al ejercicio 4. Sobre la mesa está el chimalesco y cazaletresco ejercivio propuesto por 4L. Un texto a partrir de una imágen.

Se reciben propuestas.

Besos
La ciber errante.

Sombras

Una imagen en óleo, encierra destellos de colores pálidos, robando el garbo de la sombra efímera que cubre a su vez un puñado de naturaleza muerta. El medio rostro de una chica transparente se aprecia al centro, su mirada no encierra inocencia y de lo contrario denota una rabia joven que contrasta con un gesto de compasión. Cabello obscuro que se pierde entre su propia sombra, cómo buscando la unión de algún sentido que logre fustigar cualquier idilio.
No hay más claridad, todo parte del artero de alguna mala idea; la naturaleza envuelta en ocaso verista afirma que sólo hay espacio para el polvo.

Qué misterios tiene la vida


En una mañana lluviosa, muy similar a esta, apareció en mi puerta un paquete envuelto en papel café con leche. Grueso y rugoso.
Firmé el documento del mensajero. Entré a casa. Le di un sorbo al café, frío. Me acomodé en el sillón y abrí el paquete.
Allí estaba yo, sobre un lienzo de 10 x 9.73 cm, con el cabello despeinado, como si acabase de despertar.
De perfil, y con una mano en la quijada, mi barba de días sobresale entre mis dedos. A la derecha una ventana y el cielo azul. La mirada perdida, a la calle. Sin punto fijo, sin horizonte. Pensativo.
Me vi en ese retrato, sorprendido del detalle con que el artista capturó mi barba, mis lentes. El tono de mi piel. El color de mi cabello. Todo era perfecto.
Noté, incluso, que la pintura me mostraba con la misma camiseta de dormir. Sólo que, a motivo de no sé qué, la bati señal en mi pecho estaba en blanco. El artista, pensé, no era fan de Batman.
Puse el cuadro junto a la ventana y me senté junto a él. Giré el rostro 45 grados y, con la mano en la barbilla, pensativo, perdido, lo observé por horas, hasta hacer desaparecer el bati logo, de mi propia camiseta.

Surrealismo

Óleo sobre piel
250 x 130 cm
Año 2008
Museo del Inconsciente

En una ausencia de luz como marco ella se muestra desnuda, dedos que pintan líneas en la piel blanca y rosada, un volcán crece en su centro, se derrite en lava roja ardiente por sus piernas, su mirada guía, lleva a los hombres a seguirla, en su corazón una daga que sostiene en una mano; se esconde.

El sentimiento de culpa le hizo una herida que sangra cada luna, ella se dibuja en colores, los ocres le piden mesura, los azules ternura, el rosa paciencia, el verde someterse y cerrarse a la lujuria.

Extiendo mi brazo, una pluma vibra en la palma de mi mano, ¡esta viva!, hojas de papel caen en desorden, piden ojos, risas y lágrimas.

De los tobillos a la cabellera rizada negra se abraza a mi cuerpo una serpiente: femenina, sentimental, sexual, enigmática, independiente, loca, indecente, siniestra, retadora, sucia, autosuficiente, deseante, fatídica, perversa, indómita, impetuosa, celosa, rebelde, abismal, seductora, cruel, coqueta, cínica, mujer.

En las sombras en tenues relieves brujas y demonios me acompañan.

La mano de un ángel busca salvarme, pero mis manos no sueltan la daga y la pluma.

Beatriz o la Locura de la Pasión

Beatriz o la Locura de la Pasión
2008
Autor: Anónimo
Lienzo de lino
1.25 cm. x 85 cm.
Óleo
Colección: Museo Soumaya
Curador: Héctor Palhares Meza



Descripción:

Con delicadeza el autor anónimo retrató a una mujer de mediana edad quien luce un discreto vestido de organza en tonos azul cobalto, y juego de aretes y collar aderezados con brillantes. Su rostro y contemplación dócil difieren al ideal femenino de la época.
Incide en el contenido emocional y simbólico del retrato, en la cual el personaje atrae la atención del espectador con cierto aire romántico en contradicción con una mirada precoz.

La intención del autor pareciera ser la de mostrarnos a dos personajes representados en una sola mujer, pues de la cintura para abajo nos la muestra de piernas abiertas con la falda del vestido recogida dejando al descubierto su sexo.
Con la mano derecha sostiene una pluma fuente y con la izquierda toca ligeramente su pubis.

En la misma escena se puede apreciar varias hojas de papel escritas, así como poemas dispersos de manera descuidada en el piso. El autor nos hace ver intencionalmente la fecha en una de las hojas donde se lee Enero 28 de 2005

Año en el que según algunos biógrafos Beatriz Ledezma Mariñez perdiera la razón en aras de un gran amor.

Otros elementos que pueden ser apreciados en la escena es un broche miniatura en plata que lleva en el lado izquierdo del vestido con un retrato de Ari, su perro dálmata quien muriera también en el año de 2005.
Del lado izquierdo del retrato sobre una mesa dos marcos en plata con las fotografías de Dunia y Maya respectivamente. Así mismo podemos advertir la presencia de dos bayas de cacao en tonos ocres, las cuales representan la tercera pasión de Beatriz.

Finalmente, el autor agrego una leyenda en tinta roja en la esquina derecha de la obra que se lee.

Beatriz, la dueña de mi Todo, el cobalto de mis ojos, el origen de la locura, el refugio de mi pasión.

En este caso aparece una inscripción en el reverso de la pintura que dice: Alabado séa el Smo. Sacramento del Altar y la Cruz de la Perseverancia en los cielos y en la tierra y en todo lugar.

Ella

Si midiera diez centímetros más estaría en su peso ideal, asunto que en apariencia le importa muy poco pero que en realidad es un duro golpe a su vanidad y evidencia clara de su incontrolable gusto por el pan de dulce.
Tomar un curso de Gestalt la convirtió al mismo tiempo en una mujer más humana y exigente. A sus veintinueve años se volvió selectiva, evitando las pláticas superficiales. ¿Para qué pisar hojas secas si debajo hay tierra firme? Centrada en el momento, vive el aquí y el ahora, entregada apasionadamente a cada situación que se le presenta.
Sabe usar la primera persona del singular en cada una de sus afirmaciones pues no sabe abrir la boca nada más porque sí. Se compromete con cada una de las palabras que pronuncia. Lo malo es que espera que todos los demás actúen de igual manera lo cual le ha ocasionado grandes decepciones.
Intensa, ese es el vocablo que la describe. Agresiva y egoísta, le han dicho en algunas ocasiones. Con ella no hay términos medios, ni grises ni quizás. Se es o no se es y nada más. Por eso, sus lazos son definitivos. Sus enojos duran un momento y sus afectos son para siempre.
Incapaz de sentir celos, reverencia la lealtad aunque no comprende por completo el concepto de fidelidad. En cuestiones íntimas es muy cuidadosa de la higiene. Mejor no me preguntes, que no sabré decirte mentiras, es uno de sus lemas.
Su piel contrasta dramáticamente con los colores vivos que acostumbra usar como vestimenta. Cuando sonríe, parece que en ella ha reencarnado la belleza. Su mirada camaleónica lo mismo expresa amor que una crueldad despiadada. Responsable, confiable, muy buena amiga pero no siempre buena pareja. Sin embargo, cuando se entrega no guarda reservas.
Posee un gran dominio de la escala tonal de sus emociones, pasando de las lágrimas sufrientes a la sonrisa estridente con suprema honestidad. Y a pesar de todo hay dos cosas con las que no acostumbra jugar: las lágrimas y las mujeres.
Para vivirla, hay que aprender a sortear sus constantes y marcados cambios de humor debidos a su intensidad y apasionamiento. Propensa al drama aunque al final sepa encontrar soluciones prácticas. Generosa en muchas de sus pertenencias, nunca prestará sus libros ni se deshará de sus plumas fuente.
Disfruta el primer café de la mañana como si fuera el último que tomará en su vida. Colecciona mascadas y no importa cuántas tenga, siempre se comprará alguna otra sólo por el placer de sentir seda nueva en su cuello.
Es incapaz de salir de una librería sin adquirir nada excepto cuando no tiene pues no sabe administrarse. Suele reírse con franqueza y sobre todo si se trata de ella. Entonces se ríe de sí misma con la carcajada completa.

Antes de Magdalena

Oleo sobre tela. 2003. 90 x 70 cm.

Primer plano: Una mujer sentada de espaldas sobre un cubo blanco. Dorso desnudo, la columna firme y la cabellera rubia por debajo de los hombros. Figura esbelta, brazos fuertes, femeninos. Sobresalen las nalgas que se acentúan por la curvatura del cuerpo. Apenas se perciben rasgos del perfil.

Segundo plano: Un espejo en el que se refleja la mujer del primer plano. Está desnuda, pero sus piernas están cubiertas por un lienzo blanco. Su abdomen es firme, tiene un tatuaje extraño, sus senos no son pequeños ni grandes, sencillamente son jóvenes. Sostiene en las manos un papel. Quizá una carta. Pero no lo está viendo. Mira fijamente al espejo, en sus ojos verdosos se dibujan rasgos de tristeza, de miedo, de duda. Como preguntándole a la chica que se refleja si le entra o no al negocio que le propusieron. Al fin… Nomás será por un tiempo, pa’ salir del apuro.

Óleo Palomillezco

El óleo se desliza suavemente por el café del cabello, en onduladas y largas líneas que enmarcan un rostro marmóreo. Unos delgados e inexpresivos labios apenas esbozan una mueca. Las pinceladas se hacen mas gruesas a medida que bajan por un cuello rematando en un par de marcadas clavículas. Las venas muestran sus trazos azulosos y forman encrucijadas que no llevan a ninguna parte.

Un par de ojos almedrados observan fijamente el horizonte, han perdido su brillo y su ilusión. Los armazones de unas gafas tratan de cubrir esa tristeza añeja y velan secretos que quedan guardados en el olvido. Se sostienen por una larga nariz que conjuntamente con el resto de las facciones aparenta dureza.

No existe belleza alguna, tampoco armonía, gracia o algún tipo de gesto distintivo, simplemente esta ahí, con la expresión serena, impasible. Sólo un par de cabellos que caen sobre la frente directamente sobre unas cejas pobladas recuerdan un estilo añejo que le da un aire a los cuadros de Rembrant, pero sin esa oscuridad característica de este último.

Por el contrario el rostro se apoya en una mano de largos dedos, adornada únicamente con una pequeña argolla de plata en el meñique. La textura del acabado es gruesa, sin embargo las líneas fueron trazadas con pinceladas breves difuminadas hacia abajo hasta desaparecer del lienzo.

Pero todo eso es solo una ilusión elaborada por la intrincada mixtura de millones de puntos de colores puros, al golpear la retina con esa pequeña y elaborada técnica puntillista que marca el comienzo del modernismo.

Angélica Meza

Soy una morena de dientes perfectos y sonrisa angelical, con el desespero de no tener ceja y la afición de andar descalza: amo los talones desnudos. Visiblemente distraída, pues tengo tal colección de pensamientos que cuando se unen todos de golpe: lloro. Me gusta llorar y explotar todo lo que siento; mi rostro es el espejo. Estoy potencialmente loca y como deseo posar fuera del rebaño: cambio. Cambio los muebles de lugar, mi maquillaje, mi vestuario, mi cabello…; he sido rubia platinada, pelirroja, en negro azulado y alguna vez tuvo mechas rosas; lo he tenido corto, largo, chino, lacio... Hoy soy un niño tusado porque decidí exhibir mi cuello y lo corte yo misma una noche mirándome al espejo. Soy lampiña y odio los vellos, y aunque alguna vez sentí pena por tener un cuerpo, ahora disfruto sentirlo liso y acariciarlo. Quiero tener un tatuaje.Pensar que soy una promesa es el punto de fuga donde se quiebra la tristeza que me acompaña desde que era yo una niña. Verme a distancia me produce lo mismo alegría que miedo. No soy alta. Amo los chocolates en todas sus modalidades por lo que soy una gorda en rehabilitación. Odio las dietas. Soy tan nerviosa que nunca estoy quieta, a veces me intoxico de pastillas para dejar de ser una salvaje, pero enervada el escenario es reducido. Poseo el corazón abierto y los inventarios me desgastan. Tengo tantos lunares como ex novios: muchos; pero solo dos me gustan, el que tengo cerca de los labios y el de mi hombro derecho. Mi boca es pequeña y odio mi nariz, quizás algún día la cambie y me ponga más bubis, aunque tampoco soy plana; mera vanidad.

Ejercicio 3. Retrato.

Va pues el ejercicio, para que no nos coma el tiempo:

Hacer una descripción de nosotros mismos como si pintaramos un cuadro.

Sin mínimo caracteres, máximo 2,500. (sin contar espacios). Narrativa. En prosa.

Fecha límite: 24 de febrero.

Ejercicio tripas, corazón y buche

Bueno, ya pasamos el ejercicio dos con buenos resultados :D
Chido por eso.

Mas dado que las glorias del pasado no garantizan las victorias del futuro, sigamos caminando: ¿quién tiene alguna propuesta para el ejercicio tres?

tic tac tic tac
la luna brilla incapaz
tic tac tic tac
te quiero y te quiero enfadar
tic tac tic tac
tu silencio me deja olvidar
tic tac tic tac
esta distancia se vuelve salaz

Hazme compañia


Estrella

Inicia el rito, ese proceso interno con su imagen en el espejo, encontrar una piel apiñonada deseante cada noche., lo llena de alegría, ante el espejo es quien siempre deseo ser. En ese momento se le olvidan las dolorosas cirugías a la cuales debió someterse durante tantos años.

Ante el escenario de plumas, lentejuelas, tacones., aromas, forma un mundo geocentrico, en comunión con su cuerpo, ese cuerpo que le gritaba, que le exigía un mundo rosa, no el azul que le asignaron de pequeño. Las emociones contaban una historia distinta en su vida, creando para si este mundo, su mundo.

Después del baño caliente aromático fue ante el espejo, con lentitud empezó las caricias a la piel tersa que había quedado tras la depilación, sus manos surcaban curvas, texturas, formas, los turgentes senos lo convertían en una reina de la noche, despacio los acaricio con su mano izquierda, después la derecha, en círculos deslizaba poco a poco hasta lograr que una extraña urgencia erizara los pezones, estos requerían un trato especial , así que tomo abundante crema en ambas palmas, acaricio despacio, despacio, roces palpitantes que exigían fuerza, destreza, la piel que pide y no sabe de reservas, así que en un instante aprisionaba contra el pecho, sus manos, al nublarse la vista, quedo implosionado y una densa sabia lo despertó, una sonrisa leve encontró al abrir los ojos descubrir la marca de sus dientes en el labio inferior con una gota de sangre.

Las medias negras se extendían por sus piernas largas y torneadas, desde la punta de sus dedos iniciaba el camino hasta sus muslos, el punto justo para sujetar con el liguero.
Su laberinto siempre lo conduce al mismo espacio, la herida formada por un bisturí, como el hacha del destino, sin miembro, sin gónadas, una reconstrucción perfecta.

Esta noche tan especial, después de un mes, estaba preparada para el primer encuentro con su hombre, no tenia duda de su cuerpo, lo envidiaban hasta las mujeres más atractivas, inquieta buscó la confirmación, uno de sus dedos se incrusto en el espacio abierto como una yaga, el montículo recién formado estaba ahí, todo era perfecto, ella era perfecta, -la cirugía hace maravillas- pensó.

El vestido negro que se tatuaba al cuerpo delineaba su deliciosa figura, buscó su perfil, y con una de sus manos continuó delineando su trasero. Las zapatillas de tacón para encumbrar a su majestad, acomodo nuevamente el cabello largo, y paso al sello de la femineidad que va de cacería: el lápiz labial rojo cobrizo en unos labios que buscarían el sabor de la saliva.

Subió al taxi, mencionó las calles del restaurante, ráfagas de conciencia la acompañan en el viaje: jamás pidió una vida bifurcante, ni competencia con sus instintos femeninos y masculinos, se sabia mujer, el proceso desde pequeño fue lento, una infancia feliz, una adolescencia con manifestaciones claras en preferencias sexuales que adormiladamente permanecían en él, hasta los veinte años.

Un recuerdo provocó un suspiro, el suspiro un deseo y el deseo un nombre, que despacio musitò -Bruno- su maestro de literatura con el que compartió libros, cama, orgasmos, la búsqueda de su ser, una coherencia de vida con lo que sentía y era.

La tristeza que acompañaba la remembranza, se quemó en dos lágrimas que de inmediato limpio, el examen de VIH que se realizó después de la muerte de Bruno lo llevo a compartir con el médico que lo atendió su deseo de convertirse en mujer.

Le habló de psicólogos, cirujanos y especialistas en el cambio de sexo, pero el destino se iniciaba con hormonas que restrictivamente debía tomar, ese frasco la acompañaba a todas partes, como un amuleto.

Dinero, esfuerzo, tiempo, dolor fue el precio de la transformación total, murió todo aquello que lo hacia masculino, se cambio de ciudad, de identidad; fue así que nació Estrella.

Durante mucho tiempo nadie pudo reocupar el lugar de Bruno. Inmersa en su proceso se olvido del amor a otro; primero debía recuperar el amor para si misma.

Una noche en un bar conoció a Miguel, un pintor que se dejo arrasar por la mirada azul de ella. Entre charla, risas y coqueteo accedió a ser plasmada en papel en un dibujo a lápiz, con la timidez que lleva a la paciencia Miguel delineo su cara, cuello, pecho, pero llegó el hambre de verla desnuda.

Estrella tembló ante la petición, su nuevo cuerpo no se mostrado a extraños aún, sólo el espejo cómplice de sus manos conocía la historia. Se sabia mujer se sentía mujer, los temores como buitres volaban dentro de su cabeza.

¿Debía contarle todo? Lo amaba, no quería mentirle, pero tampoco quería perderlo.

No decir la verdad implicaba estar inmersa en un mundo de medias verdades, medias mentiras, sombras de culpa, explicaciones dolorosas.
El momento preciso para hablar nunca llegaba. Hoy es el día, para perder o ganar.

El taxista volteo a verle para ahuyentarle su dialogo interno. Estrella bajo del auto, entro al restaurante, lo buscó con la mirada y camino hacia él.

Miguel se levantó de la mesa para ayudarla a tomar asiento, beso su mano, acaricio su barbilla, le dijo lo hermosa que era, la mujer de su vida, deseaba casarse con ella, tener hijos, morir juntos.

Estrella bajo la cabeza, unas gotas de sal se diluyeron en el vino. Las palabras tropezaron con su angustia, pero salieron al fin: Soy Transexual.

Minutos más tarde, sola, Estrella bebía su vino con sal.

Carta

Madre:

Hace tantos años no sé de ti, que sólo me queda suponer tus días: Imagino que el tiempo tiñó restrictivamente de blanco tu cabello, que las arrugas se hicieron presentes con lentitud como figurando la sabiduría en tu rostro, y tu mirada, que adormiladamente miró mis pasos alejarse, esta ahora empañada por la tristeza como entibando mi recuerdo.
Ojala pudiera decirte que volveré, pero no es así, aunque lo mas blando de mi ser esté implosionado ante estas líneas sé que jamás voy a reocupar mi espacio contigo, tus costumbres están tan encerradas en un geocéntrico tumulto de ignorancia donde solo importan las terceras opiniones y no te permites pensar por ti misma; no quiero ser parte de una competencia tan desigual, prefiero que cada uno sea ganador en su esquina.
Tan bifurcante se volvió el cariño que la sociedad escuda sus temores con etiquetas y nos obliga a trazar líneas imaginarias, pero eso ya no me inquieta, desde que maldecirte mi nombre al saber que soy transexual aprendí a vivir sin darle importancia a las expresiones que ni tan solo me conceden respeto.
Extrañarte es el precio que he de pagar por ser diferente; pero al igual que tú, me quito el calor de los pies a escupitajos.

Te quiere, tu hijo.

Geocéntrico

Con lentitud, tus labios me rodean. Mi cavidad se quiebra y yo, implosionado, siento la mínima tristeza de saberme transexual. Adormiladamente, las dudas pretende reocupar un espacio que, restrictivamente, les he robado.
No me apena esta vida bifurcante. No hay competencia cuando tu miembro erecto me hace creer que el único geocéntrico soy yo.

Decisión

El crucero BIFURCANTE de mi destino me condujo a caminar ADORMILADAMENTE por encima de mi sentir IMPLOSIONADO. Diez mil emociones libraban una COMPETENCIA en mi corazón creando un cosmos GEOCÉNTRICO que me invadía con LENTITUD hasta dejarme sentada a la orilla de mi TRISTEZA recién nacida. La paz se consagró como un estadio difícil de REOCUPAR suspendida RESTRICTIVAMENTE para todo aquel que en su vida no se atreva a ser TRANSEXUAL.

LSM

Entre dos (Paco y yo)

Fue hasta la secundaria cuando volví a ver a Paco.
Lo distinguí a distancia. Geocéntrico, bebía una Coca-cola recargado en la pared de la tienda de la esquina, con su bola de amigos. Caminé con lentitud para que pudiera observarme. Teníamos 14. A él se le esbozaba algo de vello que no alcanzaba a ser bigote. Yo era casi plana y mi cabello corto apenas cubría las orejas.
Cuando sus cuates me miraron se rieron burlones y uno de ellos grito: ¡transexual! Yo me deslicé con indolencia hacia aquél, de frente, sonreí maliciosa para preguntarle retadoramente mientras lo miraba a los ojos. ¿Te gustan los hombres?, e indiferente mordí sus labios. Rematé mi venganza al susurrarle al oído ¿Quieres tocar bajo mi falda?
Paco ofendido, con tristeza mascullo ¡que poca madre! Su mayor estrella había implosionado ante sus ojos. Estaba acostumbrado a la competencia como cuando anduve con Juan, pero que apareciera de la nada para ofrecerme lo pusó muy mal.
Quería acribillarme con preguntas, pedirme explicaciones, pero solo me miró fijamente, tan fijamente que parecía invadirme por completo; devorarme silenciosamente. Tenía una bifurcante decisión: seguir ahogado en su temor de compartir o reocupar aquel lugar que algún día tuvo. Y aunque aquel pensamiento no cesaba de atormentarlo, se quedó callado.
Me retiré de su amigo y le volví la espalda para desaparecer altanera, pero Paco alcanzó a emitir una especie de gruñido que provocó la risa de sus camaradas. Yo reí también y señalé mientras me marchaba, Me saludas a tu prima.
En casa, casi a la media noche, varias piedritas daban justo a mi ventana. De reojo por un hueco de la cortina, lo miré como un vagabundo cubierto de miedo sin la arrogancia de los 10 pero con las mismas culpas. Fingí me había despertado y adormiladamente le abrí la puerta. Callada le hice subir las escaleras y lo metí hasta mi recamara. Sentada sobre mi cama me crucé de brazos y pregunté, ¿Qué haces aquí?
Siguió callado. Entendí eras más frágil, lo acurruqué. Recostados, restrictivamente aún estaba a su lado ahuyentando sus culpas; entre dos, siempre será más fácil.

Competencia

La COMPETENCIA se llevaría a cabo dentro de poco, hacía meses que los preparativos habían comenzado, parecía que éstos pasaban con gran LENTITUD, pero por fin había llegado el momento esperado.

Las butacas estaban dispuestas a media plaza, todos se acomodaron en donde pudieron mientras unos policías veían RESTRICTIVAMENTE a todos lados, como tratando de averiguar si alguien tenía malas intenciones. Si alguna persona iba a comprar alguna chuchería de las que ahí se ofrecían, debía volver lo más rápidamente a REOCUPAR su lugar, bajo el riesgo de perderlo.

Es espectáculo tan esperado comenzaba en ese momento. Un enorme proyector había IMPLOSIONADO un haz de luz que se fractalizaba en hilos de arco iris. En el centro un océano donde varios muñecos javaneses hacían acrobacias. Un escenario BIFURCANTE se extendía a izquierda y derecha de las butacas.

Por un lado la música acompañaba las acrobacias, en el otro los competidores se preparaban con las argucias necesarias para ganarse al jurado calificador.

Uno a uno los participantes fueron mostrándonos sus habilidades.

Después de un par de horas viendo saltimbanquis, músicos, acróbatas y bailarines nos recostamos ADORMILADAMENTE en los espacios que quedaban vacíos. Por fin el jurado calificador fue abucheado al declarar ganador a un TRANSEXUAL que brincoteaba por el escenario con un tu-tu de ballet hecho de papel crepé y unas medias de rayas horizontales, que había tratado de interpretar un soliloquio absurdo.

Con una guerra de hortalizas en ese pueblo GEOCÉNTRICO se comenzaron a vaciar las butacas, dejando un halo de TRISTEZA, lo que pretendía ser el evento del año en el pueblo, terminó convertido en una decepción generalizada mientras en la pantalla aún seguían proyectando los agradecimientos del ganador.

Los Girasoles

Recuerdo los girasoles con TRISTEZA. Toda la ciudad estaba tapizada de ellos. No sé si los recuerdo porque los vi o simplemente porque mi mamá siempre hablaba de ellos como algo que caracterizaba los buenos tiempos, esos que con LENTITUD se fueron llenando de novedades, tecnología, asfalto y humo. Los grandes baldíos de esos años se fueron ahogando RESTRICTIVAMENTE en mares de bardas y títulos inmobiliarios.

En aquellos tiempos, pensaba que mi barrio era el ombligo del mundo y nada más podía existir fuera de sus calles, jardines y girasoles. Recuerdo cuando vi aquella mujer enorme, elegante, extraña y de hermosura angelical pasar corriendo delante de mi casa como atleta de COMPETENCIA. Lloraba y en su gesto se dibujaba una desesperación que no había visto antes. Su llanto era mudo, aterrador. Se percibían sus lágrimas IMPLOSIONANDO calladas dentro de sus magníficos senos y rodando por sus temblorosos ojos verdes.

Buscó refugio en el quicio de mi puerta y de cuando en cuando asomaba la cabeza como viendo si alguien venía. No pude más, abrí la puerta y de un jalón la metí en mi casa. Se me quedó mirando ADORMILADAMENTE, como si saliera de una profunda pesadilla. Le hice una seña de que se callara y ella me agradeció con la mirada. Unos minutos después pasaron frente a mi ventana unos hombres armados con palos y portando gestos de odio inimaginable.

Cuando se fueron, ella lloró abiertamente y con voz áspera me dio las gracias. Salió entonces a REOCUPAR su espacio imposible más allá de ese hasta entonces GEOCENTRICO vecindario.

Hoy decidí en esta ruta BIFURCANTE, tomar el camino que me trajo a resguardarme en esta puerta. Rezo y espero que una mano salga y que me esconda por un rato. Quiero llorar de alivio, no de miedo. Pasaron los años y ahora es a mí a la que persiguen, a quien quieren masacrar a palos de intolerancia. No sé porqué me acuerdo ahora de los girasoles si hoy yo también necesito ayuda, yo también soy TRANSEXUAL.

Ejercicio 2: diez palabras

Buen día, compañeros talleristas. El ejercicio que se propone es muy simple:

Se presentan 10 palabras, que deberán utilizarse para redactar un texto de cualquier naturaleza (cuento, artículo, poema...). Dicho texto debe cumplir con todas las reglas de coherencia y lógica, si encima de eso se logra un texto entretenido ¡pues mejor! La otra condición es que las palabras deberán utilizarse tal cual se proponen, nada de conjugar verbos, ni usar plurales, o diminutivos.

¿Todos entendimos? Van las palabras:

  1. Tristeza
  2. Lentitud
  3. Transexual
  4. Geocéntrico
  5. Implosionado
  6. Adormiladamente
  7. Competencia
  8. Reocupar
  9. Bifurcante
  10. Restrictivamente
Y recuerden esto: lo más importante es divertirse con las letras, ¡a escribir!

Nuevos Talleristas

Atendiendo a las opiniones para la mejor administración de este espacio, replanteo la idea de los nuevos talleristas.

Se propone que el Taller crezca lentamenta.

Para comenzar, el grupo es compacto y se mantiene con los actuales escribidores y escribidoras. Cosa maravillosa porque, en proporción, es de los pocos lugares donde somos mucho más chicas.

Para admitir nuevos integrantes tenemos que irnos despacio. Quienes quieran participar y formar parte del taller tienen que ganárselo con buenos y constantes comentarios a lo que se va escribiendo y con el paso del tiempo, el colectivo puede acordar si alguien entra.

¿Qué les parece?

Biografia

¿La viste?

-Si, de allí vengo-

¿Y que te pareció?

-Tiene el pelo muy negro y los ojos grandes-

¿Pero es todo, no le notaste algo más?

-Si, note algo mas y me preocupa-

¡Que cosa por Dios dime que pasa, el doctor me aseguro que había nacido sanita!

-Tal vez no sea para alarmarse, pero se chupa el dedo, y ¿sabes? Me preocupa que me la vayan hacer tonta-

¿Tonta?

-Si mujer, que me salga muy inocentona la niña-

Despreocúpate con un padre como tú será de lo último de lo que hay que preocuparse.

Pero dime, ¿no le notaste nada?

-¡Ah! Te refieres al ¿dedito? Si lo vi lo tiene chueco como los demás-

Quiero que se llame Victoria

-Beatriz-

¡Victoria Eugenia!

-¡Tienes razón! Beatriz Eugenia…


¡Beatriz!

Perdón me perdí en la pregunta ¿que me pregunto doctor?

Te preguntaba de algún recuerdo que tuvieras de tu infancia que te haya marcado.

Pues no, la verdad no tengo recuerdos de mi infancia…

Bio kORana por JOA

Antes de morir
decidí renacer en tus ojos.

Parpadeaste
y tu lágrima de diosa
fecundó la cola de un cometa.

Ahí me trepé.

Como hálito de vana esperanza
Me aferré a tus hombros como loco,
¿lo recuerdas?

Lluvia de estrellas
implora calor humano
te baña en Jacuzzi sin espuma
y un olor a whisky te trepana
el último pedazo de besos que nos queda.

Copa de vino al suelo
confunde la sangre que se gesta.
Ocho patas de un monstruo
dentro de un acuario desértico
claman tu presencia
en ráfagas de espanto.

Paredes color grama
atosigan
tu mirada de volcán.
Don Goyo contempla tu evolución
y explotas de un orgasmo malnacido.

Un poco de sudor
restablece la respiración
del último querube,
un disparo celestial
de sus entrañas
hace temblar el firmamento
y la metafísica de su líbido
inyecta de semen angelical a mi madre.

Y nazco.
Soy Hard COREana por naturaleza.
Mis ojos rasgados
me convierten en espía
y tras el sosiego amor
descanso en paz.

Resucito al tercer día
y reencarno en tí,
suplicio de poeta malnacido
malaletreado insulso
promiscuo de las letras
malhabidas.

Me convenzo de amarte.
Me siento a tu derecha
y libro de tu entrepierna
el nectar rejuvenecedor
que me hace pensar en ti
en esta madrugada.

NO hay Paco que valga
soy un dragón circunspecto
quimera mutante y musical.

Soy el alacrán herido
mordiendo tu primer suspiro.
El alfa y el omega de tu existencia.

Muero en tus brazos
cediéndote
mi última información de espía,
mi última línea:

La de mis labios
acariciando tu corazón.