Mi mamá me regaló un marmurito

Mi mamá me regaló un marumito. Es peludito como el de ella y me da muchas satisfacciones. Todos los días lo lavo muy bien. Me gusta perfumarlo y acariciarlo. Mi marumito es la delicia de mis clientes, que se emocionan cuando les digo que mi mamá y mi hermana tienen uno igual. Es algo que nos distingue a las mujeres de la familia.

Todas, desde mi tatarabuela, hemos sabido darle muy buen uso a nuestros marumitos que, aunque lo heredamos de generación en generación, cada una tiene el suyo y es enterrado con él. El mío mide ocho centímetros. Es rosa, con centros colorados y una aureola tornasolada en la que cabe la vastedad del universo. Cuando está contento sonríe, hace guiños y, a veces, cuando suda, brinca por encima de mi cuerpo. Cuando está enojado, sencillamente no recibe visitas. Por lo regular, es arisco, pero si lo sabes tratar y encuentras el modo justo para provocarlo, puedes verlo todo allí, el alba, la tarde, la negra pirámide y la telaraña plateada. Entonces mi marumito es el Aleph.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

o marmurito...

Anónimo dijo...

"...un principio de éxtasis"